Ha muerto una de mis gallinas. Creo que murió de frío. Era la más delicada. Solía quedarse atrás cuando las demás venían a comer. Alguna vez se perdía y dormía fuera del corral. Cuando la saqué esta mañana apenas se movía, al acariciarla se cayó de lado. El jardín estaba blanco con escarcha. Le preparé una cesta con paja y la metí en el baño. Allí hace calor. Respiraba con dificultad, hacía el mismo ruido que hago yo cuando tengo asma. Le dejé comida a un lado, un tomate cortado y varias aceitunas. No llegó a moverse. Cuando volví estaba acurrucada, ya no respiraba. Murió como un pajarito. ¡Qué pequeños sus ojitos cuando los cerró!
(Pino Montalvo)
domingo, 15 de enero de 2012
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