lunes, 8 de mayo de 2017

Travis

Un mes de mayo hace dieciséis años nos mudamos a Valdemorillo. Era una primavera muy frondosa y apenas se veía una casucha entre las enredaderas. Nacho cumplía veintinueve años por aquellos días, yo tenía veintiuno.

Fue unos días después de mudarnos, pasando por el bar de la urbanización, que vimos un gatito negro en la acera, a punto de echarse a la carretera, debía tener un par de semanas de vida. Nacho y yo nunca habíamos tenido gatos ni habíamos hablado de ello, pero al parar el coche y abrir la puerta, aquel cachorro negro se metió 
bajo mis pies y seguimos conduciendo hasta casa sin apenas hablar.

Le llamamos Travis. Debió su nombre a un amigo mío de Alaska, un adolescente abandonado y maltratado que tenía mirada brillante y triste como un angel caído.

Nuestro gato Travis era elegante como un príncipe egipcio; grave y austero como una roca. Al principio creí enamorarme un poquito de él.

Pasamos nuestra juventud en aquella casa, junto con él y tres gatos más que llegaron después. Esta noche murió Travis de la mano de Nacho. Le enterraremos bajo el Olivo, junto al resto de nuestros gatitos.

viernes, 6 de julio de 2012

Pérdida

Hubo un crujir en la mente, una grieta en la frente. Por la mañana silencio -el corazón abierto- Rezamos. La cruz del que sufre es digna y humilde, la mirada del muerto se dirige a lo eterno. (Pino Montalvo)

miércoles, 25 de enero de 2012

En los días buenos

En los días buenos respiro con claridad, hondo y profundo. Me gusta el frío de la mañana, la escarcha. Abro la ventanilla del coche cuando paso por el prado, cerca de los caballos. Les veo pastando, con la luz todavía azulada y una neblina húmeda sobre la hierba. Entra el aire helado por la ventana - lo respiro - me gusta cuando la nariz se me congela-. Me imagino caminando por aquel prado, entre encinas y robles - el sonido de las ramas vencidas por la nieve, el jadeo de un caballo -. Me imagino que puedo quedarme allí todo el tiempo que quiera, como un caballo salvaje que para allí donde le place.

Y me digo, en los días buenos, que aquel es un sitio silencioso - sagrado - uno de esos lugares que querría se me apareciese en el momento de mi muerte.

(Pino Montalvo)

domingo, 15 de enero de 2012

Invierno

Ha muerto una de mis gallinas. Creo que murió de frío. Era la más delicada. Solía quedarse atrás cuando las demás venían a comer. Alguna vez se perdía y dormía fuera del corral. Cuando la saqué esta mañana apenas se movía, al acariciarla se cayó de lado. El jardín estaba blanco con escarcha. Le preparé una cesta con paja y la metí en el baño. Allí hace calor. Respiraba con dificultad, hacía el mismo ruido que hago yo cuando tengo asma. Le dejé comida a un lado, un tomate cortado y varias aceitunas. No llegó a moverse. Cuando volví estaba acurrucada, ya no respiraba. Murió como un pajarito. ¡Qué pequeños sus ojitos cuando los cerró!

(Pino Montalvo)

viernes, 13 de enero de 2012

Viaje por el desierto

El príncipe camina bajo el sol con un pañuelo de lino sobre su cabeza. “Atravesaremos el Sahara en veinte días”. De vez en cuando, se gira y me mira. En sus ojos se refleja el desierto. Al anochecer me da de beber. Me arrodillo bajo un árbol y él vierte agua sobre mi cabeza “bebe de este agua y limpia tu cuerpo con ella”, lo dice como cantado, bendice mi cuerpo y después el suyo. Enciende el fuego y se tumba junto a mí. Comemos. Sirve vino en mi copa y yo sirvo vino en la suya. Se quita el pañuelo de la cabeza para cubrirme la espalda y los brazos. Me cuenta la historia de un marinero noctámbulo que habla con los peces por las noches; me río mientras la cuenta. Me roza los labios con sus dedos. Nos miramos en silencio. Una serpiente me atraviesa el cuerpo entero; sus brazos me cubren y me sujetan mientras tiemblo. “Estoy dentro de ti” –dice- “y tú estás dentro de mí. No tengas miedo del viento pues yo te resguardaré, no tengas miedo del hambre pues yo te alimentaré.”

(Pino Montalvo)

martes, 15 de noviembre de 2011

El perro viejo

El perro de una amiga se despide de mí para siempre. Es mayor, su vida está siendo más larga de lo que debería ser. Salgo de su casa y al final del pasillo me doy la vuelta; él está al fondo, mirándome de lejos. Me mira largamente sin apenas moverse. Sabe mejor que yo, que ante la muerte no hay vencedor. Me mira con los ojos de un perro viejo –me avisa de que ya no volveremos a vernos-. El perro pequeño y canoso mueve el hocico, se da media vuelta y camina cojeando hacia su casa. Le deseo buen viaje hacia lo desconocido y me voy a casa apenada -tendría que haber jugado más con él...-

(Pino Montalvo)

jueves, 25 de agosto de 2011

A ti

A ti,
Que me abrazas cada noche
y me despiertas sonriendo
aunque el sol no haya salido.
Que me esperas cuando no estoy
y dejas la luz encendida
para alumbrar el camino de vuelta.

A ti,
Que has construido nuestra casa
y me has enseñado a abrir las puertas
a todo el que lo ha necesitado.
Que has sido siempre noble
tan noble, que allí por donde caminas
hasta los árboles se inclinan.

A ti,
que siempre has tenido una mirada
de amor, de esperanza y de alegría
sobre mi y sobre el mundo entero.

-Tu tienes la nobleza de los príncipes antiguos,
tienes la gracia del que ama y perdona-

A ti,
a ti te debo mi querer
todo mi querer.

(Pino Montalvo)

domingo, 6 de marzo de 2011

Miedo

Todo lo malo que hay en ti
- está dentro de mí -.

No sé dónde resguardarme.

(Pino Montalvo)

jueves, 16 de diciembre de 2010

Sobre la creación

Para poder crear necesitamos la noche. Es en la penumbra cuando vemos la sombra de las cosas, lo que hay detrás, lo subterráneo. Es esta oscuridad cuando necesitamos dejar testimonio, sacar de nosotros lo desconocido y transformarlo.

Lo que no comprendemos; aquello que da vueltas y vueltas esperando a ser nombrado; aquello que nos aprisiona y nos aísla, lo podemos liberar a través de la creación.

Y si llegamos a la creación lo celebramos. Celebramos que la verdad y la belleza son una, reunidos una vez más, "como hermanos que se encuentran en la noche..."

(Pino Montalvo)