Era un crepúsculo de junio; había perfumes de flores en el cementerio, perfumes tan suaves, tan penetrantes, que me embriagaban; había guirnaldas de rosas sobre las tumbas y altas hierbas floridas sobre las que las falenas y las moscas bailaban sus corros ligeros. Todo me emborrachaba de deseos de vida y de amor, a mí, que estaba muerto.
(Pierre Loti)
lunes, 23 de noviembre de 2009
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