lunes, 23 de noviembre de 2009

Un día más, un día menos

Abrió los ojos una hora antes de que sonase el despertador. Se quedó tumbada respirando al unísono con Sebastián, que seguía durmiendo.
-Un día más - pensó - Hoy voy a estar tranquila.
Recordó la conversación que había tenido con su padre la noche anterior; recordó la voz de su padre, cansada y entristecida.
-Todo va a salir bien - se dijo. Un amigo al que quería mucho se lo dijo una vez: “Todo va a salir bien”. Desde entonces lo llevaba dentro, como un amuleto de piedra que sacaba de vez en cuando.

Se puso de lado y colocó otra almohada bajo su cabeza.

Tengo que mirar el libro que me recomendó el Flaco. Tiene buenas ideas. A mi no se me ocurre nada. ¿Qué pasó con la imaginación que tenía de pequeña?, Mama decía que tenía que explotarla... Voy a hacer las cosas bien, desde ahora voy a concentrarme más, estaré tranquila. Siempre que hago algo que me gusta, gusta en el trabajo. Cuando estoy segura de algo, lo compran. Me vendría bien saber actuar. Todo es teatro. “Lo tuyo es puro teatro....” Me esforzaré más.
Tengo que llamar a papa otra vez, que sepa que estoy a su lado, le animará hablar un rato, debería irle a ver este fin de semana… ¿Qué tenemos? Comida el sábado, clase de piano, no se si vendrá la madre de Sebastián el domingo, le puedo decir a papa que venga él también. Qué cansada estoy… no me apetece que venga nadie, quiero tumbarme todo el fin de semana. Pero le voy a decir que venga, que vea que alguno de sus hijos le quiere.
¿Y si no les gusta? ¿Y si no consigo hacer nada bueno? Mi jefe ya no confía en mi, tengo que mostrarme segura, como antes. Él no soporta a los débiles, se los come como si fuesen pollos. ¿Por qué busco su aprobación?, me hace sentir pequeña, inútil. Antes era más fuerte. Él no ayuda nada. Qué torpe y que egoísta, qué egoísta. Tengo que concentrarme, mostrarme tranquila.-

Empezó a entrar un poco de luz en la habitación, cogió el despertador y lo guardó en el armario.

- ¿Por qué suena tanto el tic tac? ¿Por qué lo llaman tic tac? No suena ni la “i” ni la “a”. Lo que tengo que hacer es airearme, ver a mis amigas, creo que las estoy perdiendo. María siempre está a mi lado cuando la necesito. Yo la abandono. Su dolor no me importa. Bueno, es que su dolor no tiene final… ni siquiera quiere salir de él. Es desesperante. Siempre la misma historia.
Papa está viejo, cojea… es la espalda. Cuánta tristeza. Ver a su hijo mayor tan borracho, tan hundido. Es un lastre, mi hermano es un lastre. No se puede hacer nada. No puedo ayudarle. No quiero. No le quiero ni ver. No le quiero. ¿Por qué nos ha tocado esto? Siempre aparentando una familia estable. La verdad es que mi hermano es el único consecuente: “¡Me habéis jodido! ¡Me has jodido, Papá! ¡Esto es en lo que me has convertido, en un perdido!”. Que egoísta es, siempre llorando su propio pasado como si los demás no hubiésemos sufrido. A veces me recuerda a X, solo que X es más fuerte, tiene una base mucho más fuerte. Y tiene a Dios. X tiene fe. Confía en que Dios le va a perdonar. Pero mi hermano… parece que ya no tiene solución. Creo que va a morir joven, le matarán o se ahorcará. Y papa y mama… ¿Cómo vivirán sus últimos años con su muerte a cuestas?-

-Todo va a salir bien… todo va a salir bien… Ya hace un mes que no me pierdo en la noche, muy bien, a ver si aguanto un poco más. ¡Qué mala es la noche! ¡Qué inhumana! ¡Peor que una guerra! Por lo menos en una guerra destruyes por un ideal, aunque no sea el tuyo. Las noches sin límite son gratuitas. El placer no vale nada, nos convierte en muertos. ¡Ni siquiera en muertos! No nos hemos ganado la muerte todavía. Me dejo llevar, no se por qué, me dejo llevar por algunas personas. Ángeles o demonios. Me dejo llevar y lo olvido todo, mi vida, dejo todo a un lado. Lo abandono como si me diese igual perderlo: Sebastián, mis hermanos, mis padres, mis amigas, mis gatos, mi trabajo… hasta yo desaparezco. Tal vez no tenga amor. Tal vez no sienta nada.-

-Hoy voy a llamar papa; voy a hacerle ver que estoy a su lado.-

Sonó el despertador. Sofía lo apagó y cerró los ojos. Sebastián se incorporó de un salto, miró por la ventana y se volvió a tumbar abrazándose a ella.
- …Hoy voy a estar tranquila, todo va a salir bien…-
Respiró hondamente, le dio un beso en la frente y se levantó.

(Pino Montalvo)

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