El placer contiene en sí el germen del dolor, pues produce una posibilidad de conciencia que no sólo destruye su plenitud sino que pone de manifiesto su insuficiencia e introduce una duda que lo socava. Esta conciencia que reflexiona sobre el placer es el origen de la moral y recorrerá un camino penoso: la inminencia de la sanción, el remordimiento, el desconsuelo y el sentimiento de lo irreversible.
(Vladimir Jankelevitch)
lunes, 23 de noviembre de 2009
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