lunes, 23 de noviembre de 2009

Requiem

Te llevaron al alba,
y fui tras ti como en un entierro.
En el ático oscuro lloraban los niños,
y ante la imagen sagrada se derretía la vela.
En tus labios estaba el frío del icono
y un sudor mortal en tus cejas...¡No lo olvidaré!
Como las viudas de los Streltsy
aullaré bajo las torres del Kremlin.
....................
No, no soy yo, sino otra quien sufre.
NO podría soportarlo. Que un velo
negro cubra lo sucedido,
y que se lleven las linternas...
Noche.
...................
Diecisiete meses hace que grito.
te llamo a casa,
me arrojé a los pies del verdugo,
hijo mío, horror mío.
todo se ha enturbiado para siempre
y no puedo distinguir
ahora quién es el animal, quién la persona,
cuánto tiempo queda para la ejecución.
Y sólo hay flores cubiertas de polvo
y el tintineo del incienso, y huellas
desde algún lugar a ninguna parte.
Y me mira fijamente a los ojos
y me amenaza con una muerte cercana
una inmensa estrella .
.........................
Pasan pronto las semanas.
Lo que sucedió, no lo comprendo.
Cómo a ti, hijo, te contemplaron
las noches blancas en la cárcel.
Y cómo de nuevo te contemplan
con su ardiente ojo de gavilán.
Y de tu alta cruz,
y de tu muerte, hablan.
...................
Y cayó la palabra de piedra
sobre mi pecho todavía vivo.
No importa. Estaba preparada.
De alguna manera me las apañaré.

Hoy tengo que hacer muchas cosas:
hay que matar la memoria,
hay que petrificar el alma,
hay que aprender de nuevo a vivir.


A su hijo (Anna Ajmátova)

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