Apreté las manos bajo el velo oscuro…
- ¿Por qué estás tan pálida hoy?
- Con áspera tristeza
embriagué a mi amado.
¿Cómo olvidarlo? Salió tambaleante,
prietos los labios por el dolor.
Bajé tras él volando
hasta llegar al portal.
Sin aliento grité: -Era broma
lo que te dije; si te vas, moriré-.
Sonrió con calma extraña:
- No te expongas al viento.
(Anna Ajmatova)
lunes, 23 de noviembre de 2009
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