domingo, 22 de noviembre de 2009

Horas

Le quedaban cuatro horas de vida.
Me dijo que quería volver a nuestra casa.

La cama estaba sin hacer. Él se acostó.
Yo fui a la cocina. Le preparé un zumo de naranja. Mas tarde le pregunté si tenía hambre. Le habría hecho algún plato de los que teníamos como preferidos, pero me dijo que solo quería que estuviese con él, bajo las sábanas. Cerré las cortinas y encendí la luz de la mesilla, coloqué la lámpara en el suelo. Me pidió que le quitase la ropa, el estaba muy cansado para hacerlo. Yo también me desnudé.

Le quedaban dos horas de vida.
Ya casi no hablábamos.

Cuando solo le quedaba un momento de vida, nos miramos.
Vi miedo en sus ojos. Apagué la luz y le abracé.

(Pino Montalvo)

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